2.3.1.2. Su nacimiento virginal. Mt. 1:23; Lc. 1:31-35.
2.3.1.3. Su vida inmaculada. Heb. 7:26; 1 Pe. 2:22.
2.3.1.4. Sus milagros. Hch. 2:22; 10:38.
2.3.1.5. Su obra sustitutiva en la Cruz. 1 Co. 15:3; 2 Co. 5:21.
2.3.1.6. Su resurrección corporal de entre los muertos. Mt. 28:6; Lc.24:39; 1 Co. 15:4.
2.3.1.7. Su exaltación a la diestra de Dios. Hch. 1:9-11, 2:33; Fil. 2:9-11; Heb. 1:3.
2.3.1.8. Su segunda venida. Mt. 24:30; Jn 14:2; Hch. 1:11.
2.3.2. EL SEÑOR JESUCRISTO
El nombre de El Señor Jesucristo es un nombre propio que expresa su soberanía, misión y exaltación. En el nuevo Testamento nunca se aplica al Padre o al Espíritu Santo para que nosotros en el nombre de Jesús doblemos nuestras rodillas y confesemos que Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre, hasta que venga el fin, cuando el Hijo se sujete al Padre y Dios sea en todos. Heb. 1:3; Mt. 28:18; Ef. 1:21.
2.3.3. EMANUEL
El Señor Jesucristo en cuanto a su naturaleza humana es el único y propiamente engendrado del Padre. Por lo tanto él es el Hijo del Hombre, quien por ser Dios, es Emmanuel: Dios con nosotros. Is. 7:14. Puesto que el nombre de Emmanuel comprende a Dios y al hombre en una sola persona, engendramiento en María. Mt. 1:23; 2 Jn. 3:8; Heb. 7:3; 1 Jn. 4:2-10; Ap. 1:13-17.
2.3.4. EL HONOR IGUAL PARA EL HIJO QUE PARA EL PADRE
Puesto que el Padre ha entregado todo el juicio al Hijo, no es solamente el deber expreso en los cielos y en la tierra doblar las rodillas ante El, sino también es un gozo indecible en el Espíritu Santo. Se atribuyen al Hijo todos los atributos de la deidad, para darle la honra y gloria contenidos en todos los nombres de la Divinidad (excepto en aquellos que expresan relación. Véanse los conceptos sobre la Santísima Trinidad en los párrafos del punto 2.1.).